Esta vez, no desistiría.Tenía un propósito y medios para cumplirlo.
Oh sí, esta vez, nadie me impediría lograrlo.
Eliminaría la distancia de nuestro cuerpo y juntaría mis labios a los suyos.
Le haría ver, sentir y comprender mi amor.
Estaba dispuesta a enamorarle.
Lo hice, le besé.
Mis ojos se cerraron en ese superficial beso.
Sentí algo parecido a la felicidadad con la ansiedad mezclada.
Creí que el me correspondía... estaba segura. ¡Tenía pruebas!
Pero es esa sala, sentada a su lado, mirándole a los ojos, esperando que reaccionara, sentí mis fuerzas flaquear.
No decía nada.
Y eso solo era una mala señal.
Seguramente estuviera intentando buscar las palabras adecuadas para pisotear mis ilusiones de una manera que no resultara muy brusca.
Sin aguantar mi orgullo, y con un dolor creciente en el pecho, me levante, sintiendo como mi cerebro me regañaba por dañarme a mi misma.
Y en la puerta, a cinco centímetro de distancia del pomo de la puerta, una presencia se recargó en mi espalda.
Unos labios besaron mi cuello.
Y un quedo "quédate" atinaron a diferenciar mis oídos.
Y automáticamente, los nervios de todo mi cuerpo se activaron, el vello se me erizó y mi mano se tambaleó en el aire.
Di la vuelta, abrazandole y apoyando mi cabeza en su hombro, dejando escapar un suspiro quebrado... me llegaban los rápidos latidos de su corazón y con una sonrisa, le volví a besar.
+No podía ocultarlo más -empecé, alejándome de su calidez de manera remolona para mirarle a los ojos- se me nota a la legua que te quiero.
-Tonta, yo también te quiero.
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